Ayer me reencontré en el parque a las, 11.30, con la abuela de, Paloma. Una mujer, peruana, que dejó su país para ayudar a su hija. Nos conocimos hace cinco años. La abracé con amor, deseaba verla. La encontré bien de aspecto; ahora se ayuda de un bastón para caminar. Hablamos con la emoción, causada por los cuatro años sin vernos.
En Susa, Túnez, treinta siete turistas cayeron sobre la arena, acribillados por las balas de un terrorista que buscaba derramar sangre, dolor y lágrimas. Esta no es la guerra que hizo, Churchill, es otra con un enemigo difícil de combatir. Ya no hay frentes, ni ejércitos, ni líneas que conquistar. La guerra la encabezan un grupo de hombres escondidos, refugiados, camuflados, bajo las manos de otros; cuyo objetivo es aniquilar, en cualquier lugar, a los que no son como ellos.
El mundo no es de quieres usan la violencia como arma. El mundo es de quienes hablan, de quienes sonríen, de quienes escuchan, de quienes se descalzan sobre la realidad para sentir su caricia.
Ana Tapias.
En Susa, Túnez, treinta siete turistas cayeron sobre la arena, acribillados por las balas de un terrorista que buscaba derramar sangre, dolor y lágrimas. Esta no es la guerra que hizo, Churchill, es otra con un enemigo difícil de combatir. Ya no hay frentes, ni ejércitos, ni líneas que conquistar. La guerra la encabezan un grupo de hombres escondidos, refugiados, camuflados, bajo las manos de otros; cuyo objetivo es aniquilar, en cualquier lugar, a los que no son como ellos.
El mundo no es de quieres usan la violencia como arma. El mundo es de quienes hablan, de quienes sonríen, de quienes escuchan, de quienes se descalzan sobre la realidad para sentir su caricia.
Ana Tapias.
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