Hoy se celebra, en todo el mundo, el Día del Orgullo Gay.
La discriminación a los que aman a personas de su mismo sexo, debe ser eliminada del pensamiento. Batalla difícil, pues fuimos educados por el sectarismo de la religión. La monja, que nos daba la asignatura de religión-católica; una mujer bajita, con gafas. Nos inculcó que el fin del matrimonio era tener hijos. Hay otras religiones que persiguen, encarcelan, matan a los homosexuales; quienes se ven obligados a llevar una doble vida; a casarse con mujeres; a tener hijos con ellas.
La discriminación a los que aman a personas de su mismo sexo, debe ser eliminada del pensamiento. Batalla difícil, pues fuimos educados por el sectarismo de la religión. La monja, que nos daba la asignatura de religión-católica; una mujer bajita, con gafas. Nos inculcó que el fin del matrimonio era tener hijos. Hay otras religiones que persiguen, encarcelan, matan a los homosexuales; quienes se ven obligados a llevar una doble vida; a casarse con mujeres; a tener hijos con ellas.
La discriminación a los que aman a personas de su mismo sexo, debe ser erradicada del comportamiento de la sociedad. Debemos enseñar a mirar al amor sin camisas de fuerza; sin la opresión de la tradición. Recuerdo una escena que me pareció bellísima: Dos chicas, jóvenes, besándose en un barrio de Madrid; ocultas entre dos coches. Pensé que eran afortunadas por tenerse la una a la otra. Envidié su besos, sus caricias, sus abrazos.
Ya han sido derramadas demasiadas lágrimas. Los hombres y las mujeres que aman a personas de su mismo sexo, han de ser iguales ante la ley; ante las pupilas de la gente. No son enfermos, ni locos, ni desviados, como han sido tratados. Son hombres, mujeres, cuyos corazones laten.
Yo respeto, admiro, y envidio su amor, que tantas persianas ha levantado.
Ya han sido derramadas demasiadas lágrimas. Los hombres y las mujeres que aman a personas de su mismo sexo, han de ser iguales ante la ley; ante las pupilas de la gente. No son enfermos, ni locos, ni desviados, como han sido tratados. Son hombres, mujeres, cuyos corazones laten.
Yo respeto, admiro, y envidio su amor, que tantas persianas ha levantado.
Ana Tapias.
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