Mi madre anoche dejó a remojar lentejas, las he visto al levantarme. He pensado me comeré los espaguetis que sobraron de ayer. De pequeña, cuando las lentejas formaban parte de un pure verde; tragaba una cucharada, no muy llena, bebía lentamente un trago de agua, que aliviaba el sabor, así hasta que terminaba la afrenta de mi madre. Sabía que odiaba las lentejas.
Hay una frase que llevo tatuada en mi memoria " No fastidies", la dijo mi abuela, Encarna, al saber que aquel dia había lentejas. He sonreido al toparme con las legumbres, que son para mí la ternura de un recuerdo que saboreo sin miedo.
Ana Tapiasr
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