No sé cómo cazar un atardecer, rojo, robusto, grande, inhiesto; lo quiero para mi colección de abrazos que anda paupérrimo últimamente. Si un atardecer me abraza, sé que podré superar cualquier obstáculo, cualquier zancadilla, cualquier arrebato de pesadilla, que se cruce en mi camino, que me abofeteé, hasta dejarme desnuda de lágrimas. Necesito cazar un atardecer.
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