Un día de estos, hasta las estrellas se prostituirán y nos cobrarán. Al alzar al mirada al firmamento, aparecerá una esfinge negra; nos sonreirá, y muy amablemente, nos pedirá cien euros, por pedir un deseo a una estrella fugaz; que se llevará una comisión en negro, por supuesto; en el firmamento nadie se acuerda de Hacienda; el otro tanto por ciento se lo quedarán los carpinteros de los sueños, que no harán su trabajo, y nos dejarán enquistados en la pesadilla del asfalto. Un día de estos, el dinero se acoplará a nuestros esqueletos, tal vez la muerte tenga un precio.
Ana Tapias
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