Regresaba del trabajo, el sol me daba en la cara, se acercaba un hombre con la mano en la sien; pensé que era una pistola, me aparté de él. Al acércame, vi que era un teléfono móvil. Me sentí extrañamente ridícula, analizándolo, descubrí cómo nos afectan las imágenes, que vemos en la televisión. La locura se ha instalado en la mente de algunos hombres, que buscan matar a quienes tengan a su lado, difícil salvarse.
Ana Tapias
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