En un lugar de la mancha, son palabras mágicas que nos trasportan a un hidalgo viejo de adelgazada figura; bautizado como Alonso Quijano "el bueno". Caballero andante, amable, generoso, tierno, tal vez, algo huraño con los gigantes, desfacedor de agravios y sinrazones, enamorado de Dulcinea del Toboso, remendador de conciencias, conquistador de ínsulas y castillos. Don Quijote, cabalga desde el siglo XVII, por los laberintos de la fantasía de millones de hombres, de mujeres; creando sonrisas, lágrimas, suspiros, murmurllos; que al fin y al cabo, son correciones que Cervantes hiló a a nuestro ánimo cosido a la monotonía, para que no olvidaramos que luchar por nuestros sueños, que adelgazar injusticias, que amanecer con los ideales pegados a nuestra sombra, merece que seamos nosotros mismos, cada dia, delante de un mundo que arremete, violentamente, contra quienes piensan.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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