Es complicado para mi rezar en mi ateísmo, ya que, mis genes familiares son católicos practicantes. Mi madre se apresura a cerrar todas las ventanas de la casa, para que los vecinos(que están sordos, no oyeron cómo rompieron la puerta de casa los ladrones las navidades pasadas) no se enteren que nunca seré monja. Estudié en un colegio de seres coronados por la gracia divina, adobados al Espiritu Santo, engalanadas con cofias de santidad. Esos seres a los nunca se podía llevar la contraria, contraban y contratan a profesores, con amigos en el colegio. Siendo mi educación una suerte de lotería del enchufe cristiano. No perdí mis ansias de entregarme, a Cristo, en las bofetadas concepcionistas. Gracias, Sor Matilde, por el año de tercero de EGB, donde a mis ochos años, mi cara era un tomate que exprimía lágrimas. La Niña María te debía estar esperando en el cielo con los brazos abiertos. Olvidé al Dios católico, al estudiar otras civilizaciones en la Universidad. Descubrí a mi Dios camuflado bajo otros idiomas, y me rebelé contra su infidelidad. LLevo más de media vida comulgando con mis ideas de atea. Para mi la Semana Santa, es un tiempo para visitar iglesias, donde admiro el arte religioso. No me emociono al ver las procesiones, ni canto saetas, ni expulso mi perdón. Lo confieso soy atea.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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