sábado, 21 de abril de 2018

La sonrisa de los pingüinos

Esta noche, me sometí a dos pesadillas  que  recuerdo con claridad. En la primera, un ladrón moreno, grande, fuerte, rompía la cerradura de seguridad de la casa de mi abuela, iba a matarme. Me desperté, miré la hora del móvil. Las cuatro de la madrugada bien merecía otro pesadilla. Estaba con, Bea,  un examiga, en el areropuerto destino a Mallorca. No tuve tiempo de tener miedo a volar todo sucedia muy rápido para volverme a atrás. Repasé mi equipaje, había olvidado mi tarjeta de crétido en casa, sólo tenía  veinte euros para gastar; asi que, pasaria hambre. Pero, bueno al menos llevaba unos zapatos de repuesto, no tendría que caminar descalza,  y unos llaveros de goma de animales que tal vez, pudiera vender en la playa a los alemanes. Me desperté agobiada por las deudas, una idea se dibujo en mi mente la sonirsa de los pingüinos. Torpemente me levanté a garabatearla sobre un cuaderno, Debería escribir sobre la sonrisa de esos animales, patosos, que siempre llegan tarde a la ceremonia del té. Imaginé que sus alas, eran su boca, que se extendían hasta atrapar el horizonte, donde la luna los acariciaría con sus rayos inmaduros cada anochecer.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)

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