lunes, 9 de abril de 2018

Un peine

El corazón del peine late, impertinente, bajo las púas dañinas, que aplastan sueños en la densidad del segundo;  que nunca es inmortal, siempre llora en cada adiós.  El peine acostumbrado a ser la sombra de otros objetos más elocuentes, se resgina a su soledad de patio de colegio, donde nunca se acostumbro a su infancia; donde viajó a su anhelada madurez para ser parte de la monotonía de un sujeto sin silencios, sin comas, sin abreviaturas, sólo con pelos teñidos por el destino.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)

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