A lo largo de la
vida, hemos de pasar varios duelos de amistad. Se producen cuando dejamos,
cuando nos dejan, esas amigas, esos amigos, que creíamos que nos acompañarían en nuestra
vejez; que soñábamos que curarían todos nuestros sufrimientos; que adivinábamos
que nuestro mundo era imposible sin su
llamada. Pero, llega un día, que su comportamiento, sus malas palabras, sus traiciones, sus envidias, sus olvidos; nos
agotan el alma, hemos de despedirnos. Nos pasamos meses y meses, tumbados sobre una
cuneta; de donde parece imposible levantarnos; dejar de llorar, seguir la vida como si fueran invisibles, sabiendo que están
al otro lado de la puerta, y que en cualquier momento nos lo encontraremos por
las calles y miraremos para otro lado. Los duelos, con el paso del tiempo se
hacen templos dóricos, a lo que apenas visitamos, pues no declaramos
ateos, y así sobrevivimos.
Ana Tapias( todos lso dererchos reservados)©
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