Nunca sabemos cuándo ni dónde caeremos
enfermos, por eso, es bueno tener cerca el botiquín, con productos para cortar
el dolor inmediato, fulminante, sangrante. Vendas, termómetros, gasas,
medicinas, encerradas en cajas que la memoria sutura lentamente, a veces agónicamente,
como si fuera necesario conservarlas cerca, para no morir en la duda, sobre sí existieron aquellos años, donde pensábamos que si abríamos aquel armario
estaríamos curados .
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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