Vivimos en medio de una sociedad,
donde todos corren para no llegar a tarde; donde todo se compra en tiendas
grandes; donde enamorarse es producto de la química. Pero, de vez en cuando,
alguien llega hasta nuestros corazones y lo deja aturdido por su heroicidad de
sobrevivir. Nunca he hablado con ella, ni lo haré, se quedó viuda hace unos
cuantos años. Su marido y ella, se parecían físicamente: altos, delgados, pelo
corto, gafas. Desde su ausencia, ella se ha ido deteriorando, cada vez,
camina más agachada, más tenue, más necesitada de estar junto a él. Hoy la
encontré en la calle, iba acompañada por una mujer que la ayuda a caminar entera, digna,
desenvuelta en sus pasos lentos y agotados, y supe que la ternura adornaba su
cuerpo, que cada día, vence la distancia que la separa del suelo, con la
dignidad de los corazones que aman sin olvidar
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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