Vivimos en una sociedad, dominada por la apariencia, donde estar gordo, rellenito, obseso, por el que somos culpabilizados como si fuerámos seres fuera de la realidad. Las tendencias marcan: pasos rápidos cinturas de avispas, labios carnsosos, pechos turgentes, piernas duras, tobillos delgados, tripas sin curvas de la felicidad. El uniforme de lo politicamente correcto, nos hace despreciar nuestras redondeces, nuestras desmesuras, nuestras grasas, nuestros kilos, para asumir nuestros pellejos, informes, desconsolados, desencajados, como parte de nuestra decadencia; que ha olvidado, la belleza de lo imperfecto; la cotidianiedad de miranos en el espejo y sentirnos sugerentes
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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