Suelo comer plátano, cuando
tengo que hacer un esfuerzo físico o mental. Sé que resistiré horas y horas sin
desfallecer; que mi cuerpo, aguantará para no caer extenuado bajo mi
sombra; que soy una heroína envuelta en mi gabardina de mujer normal;
pero, a veces, el plátano no me ayuda a guardar el equilibrio y caigo
dentro de un espejismo, en el que mis lágrimas aprenden, que nada es tan mágico
como luchar por caminar sin ser derrotada. Ana Tapias(todos los derechos
reservados) ©
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