Mi soledad, es como una cebolla ligera
pero gorda, de donde van cayendo lentamente, ordenadamente, pausadamente, mis
lágrimas, sin preguntarme. No sé evitar el dolor de las ausencias programadas;
esas que se clavan en el corazón del destino; esas que hacen añicos mi
esperanza; esas que entornan mis ojos
hacía la oscuridad; esas que señalan culpables a quienes he querido.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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