Las leyes dictan plazos para los ciudadanos, si los desconoces te quedas fuera del trabajo; a mi me ha pasado. He sufrido, llorado, padecido ansiedad, depresión, por aquel error. El viernes, llegó una chica joven al centro donde trabajo, cuando la dijeron, que se la había pasado el plazo para solicitar una reducción de jornada, se la vino el mundo encima; casi llora, no atinaba a escribir la reclamación. Intenté consolarla diciéndola "Que la administración está deshumanizada"; regañándome la jefa de personal y una compañera. Las personas que cubrimos bajas cortas, no tenemos voz. Escribo para denunciar que los plazos olvidan sentimientos, preocupaciones, tristezas, lagrimas, deseos, sueños, hipotecas de aquellos que se equivocan. La administración debería humanizarse.
Ana Tapias
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