No sé cómo empezar a escribir de Nadal, mis palabras se quedan en la red, esa en la que a veces cae derrotado. Su derrota es victoria, pues lucha hasta la extenuación de sus fuerzas; hasta el titubeo de sus piernas; hasta el temblor de sus manos; llegando a la muerte por agotamiento. Deberíamos aprender de su humildad, de su equipaje de emociones, de su aguerrida armadura para caer ante el ganador. Nadal solo hay uno, pero, podemos ser espejos de este gran hombre.
Ana Tapias
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