A los quince años, llené mi libro de literatura con fotos de Robert Redford, Se casaba conmigo, no con Barbra Streisand; lavaba mi el pelo, no el de Meryl Streep; daba el golpe conmigo, no con Paul Newman. Robert Redford cumple 80 años, sigo enamorada de él; es un amante sincero, genuino, desprendido de todo egoísmo; que no me interroga sobre mis dudas; que camina a mi lado cuando hago fotos, calladamente, susurrándome, silbando; que se desliza bajo mi mirada cuando lloro. Redford, como todo héroe nacido en la pantalla, forma parte de la felicidad, que soñamos en bajito, a oscuras, con permiso de la rutina.
Ana Tapias
No hay comentarios:
Publicar un comentario