Después del trabajo llega el agotamiento, pensar en qué hecho mal, en qué puede mejorar, pese a irme en unos meses. Cubro una baja por maternidad. En casa, mi madre me ha preparado la comida, no tengo mucho apetito, en la cena ya aprieta más el deseo. Ya, ni me vence el sueño de la siesta del estrés que tengo. He de estudiar, voy al cuarto de estar, abro la ventana, y escucho sin querer lo que se cuece en la casa de los vecinos. Esta tarde, oí la voz de Manolo Lama, que me llevó a mi adolescencia, donde me negaba a ir a la Discoteca. A mi, me gustaba oír deporte en la radio, y ahí estaba Lama. Aliviaba mi soledad; mi baja autoestima a causa del acné. Era un patito feo, que nunca podría besar a ningún chico. Lama me hacía encestar el sueño de ser mayor. Ahora que soy mayor me acerca a la adolescencia.
Ana Tapias
Ana Tapias
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