Los días que la tristeza no me acoge en su regazo, salgo a la calle con mi cámara de fotos; me ayuda a desvelar la realidad, que permanece oculta bajo la sombra de la rutina. Al volver a casa, ya con el cansancio, agotamiento, mala digestión del trabajo; me refugio en las fotos; empequeñezco como si fuera Alicia en el País de la Maravillas, y resucito a otra vida, que me hace soñar en color, que me invita a gritar, a hablar, a ser yo misma, y no una resta en una silla de oficina.
Ana Tapias
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