El sentido común me falla, cuando me pierdo en el bosque como si fuera Pulgarcito buscando el camino de vuelta a casa. Estoy perdida en medio de la vorágine diaria. Ella, sentada en una silla, me escupe con su indiferencia. No sé qué decirla para que me hable, para caerla bien, para que su desprecio no agujereé mi ánimo, ya debilitado, por la contaminación de la rutina. Sonrie, gesticula, verbaliza, lo feliz que es ante las demás. Pulgarcito ha sido engullido por el ogro, nada puedo hacer. He de recuperar mi sentido común.
Ana Tapias
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