domingo, 2 de octubre de 2016

Fernando Grande Marlaska

Le conocía  como un Juez escoltado, entrando el juzgado. Un día, abrí el periódico, me topé con una entrevista suya. Confesaba que amaba a personas de su mismo sexo. Declaración que me pareció valiente, cargada de optimismo, y, necesaria. En el seno del " Hay Festival", en Segovia, vi su nombre. Charlaría  con Rosa Montero y Nativel Preciado, de su libro. Saqué la entrada. Di el paso de dejar atrás al personaje y situar a la persona en mi marco de realidad. En la Iglesia de San Nicolás, el  espacio se quedaba pequeño; el público no cabía, se armó un pequeño revuelo. Me senté rápido, pues estaba bien situada en la cola.  El Juez esperaba tranquilo, Rosa Montero y Nativel Preciado, miraban a la puerta, esperando la señal de empezar la presentación del libro" Ni pena ni miedo". Contuve mi respiración, los nervios me pudieron unos minutos. Marlaska al escribir, se desnudaba delante de la sociedad; se exponía a llenar su cuerpo de cardenales; de poner la otra mejilla. Su voz tranquila, sosegada, acaramelada a su verdad, me conquistó. En ella residía la fuerza, que todos necesitamos cada día para saltar por encima de las barreras que nos impone la sociedad.  Libros como el Fernando, son ejemplos de que a lucha siempre merece la pena.

Ana Tapias

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