Cuando vamos a un entierro, nos topamos con un ataúd de alguien a quien conocimos, tal vez amamos, o respetamos. Pensamos que nuestra muerte está lejana, no es cierto; nuestra muerte está debajo del sombrero; ese que no levantamos por miedo a no dejar de llorar; a aceptar que nada tiene sentido; que el sufrimiento es una hipoteca sin sentido.
La muerte, nos empuja a soñar; a crear otros mundos cubiertos de esperanzas, de hojas, de nubes, de casas, de zapatos nuevos, de corazones escritos en la corteza de los árboles, de lluvia que no empapa, de nieve que no está fría, de amigos que nunca nos traicionan, de compañeros que nos ayudan, de heridas que se cierran. La muerte domina todos nuestros deseos, pero, no lo aceptamos.
.Ana Tapias
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