El clásico no es un autor de teatro, de novela o de poesía; es el partido entre el Barsa y Real Madrid, que jugaron, a las cuatro de tarde del sábado, en el Camp Nou. Hora extraña, para las cervezas en el bar en España, pero no para los chinos, que se han convertido en el nuevo mercado a quien vender( Siempre he pensado que si algún día cruzo la línea, y escribo una novela, los chinos serían mis mejores compradores) Les tengo cariño, pues invaden las calles de Segovia, con respeto, con cariño, y con sonrisas tímidas. He leído, que el juego no fue bueno ni del Barsa, ni del Madrid. A mí, el fútbol me aburre, pero, el corazón de un niño de seis años, me dicta que sea del Real Madrid; no puedo defraudar a mi sobrino, ya le defraudaré en otras cosas de la vida, como para encima no apoyarle en su gran devenir. El mundo, ya globalizado sin remedio; debería llenar los bares, los estadios, los campos; para discutir cómo crear una sociedad más justa, más igualitaria, más feliz; no para gritar" Gol", a unos señores, que defraudan, que corren en coches de lujo, que han olvidado lo que cuesta sonreír, a quienes viven sometidos a la tiranía de la pobreza; a las inclemencias de las guerras; a la imposibilidad de gritar en la dictadura. El clásico se juega en un mundo de sombras.
Ana Tapias
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