Los muertos, son seres clavados en la retina, que se aparecen de vez en cuando. Los suelo ver en las calles que frecuentaban; sonríen, caminan, hablan. Siguen en su vida, como si tuvieran cuerpo, como si todo estuviera en su sitio: la vecina, el estanco, la tienda de comestibles, la señora del perro blanco. Todo ha cambiado, hasta las hojas, ya no son las mismas. Las palabras son nuevas, desposeídas de sentimientos, carentes de sentido; apostadas en el blanco negro, cuajado de faltas de ortografía. Los muertos son seres de humo bajo la niebla.
Ana Tapias
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