Acumulo al menos dos o tres pesadillas, que se convierten en realidad en el mundo de los ojos cerrados. La noche pasada, a las cuatro de la mañana, viajé a la casa de mi hermana, Alicia, era de día. Jugaba con mis sobrinos; había más niños; tal vez celebráramos un cumpleaños. Debía de ser Navidad; había un árbol verde, sin decorar; igual, al que hay en casa de mi abuela. Íbamos del comedor al cuarto de estar. Mis sobrinos, me abrazaban. Su amor me consolaba de la soledad que implica mi rutina. Salté por encima del hombro de Guille, miré por balcón, vi una nube densa, opaca, sucia, que oscurecía el día." Era como un tsumani de las nubes, nos envolvería, nos llevaría al mundo sin sentimientos, sin dolor, sin tragedias", pensé. Me desperté sabiendo que moriría bajo una nube.
Ana Tapias
No hay comentarios:
Publicar un comentario