A uno de Diciembre, el otoño se está despidiendo; cuando ya nos habíamos acostumbrado a las hojas, el frio si es que existe fuera del Polo Norte, se llevará la alfombra marrón de los parques; para dejarnos la desnudez de las formas acabadas. La imperfección no existe, un jardinero la barre; un técnico del ayuntamiento la arregla. Vivimos sometidos a la belleza artificial. La belleza que no se consume son arrugas, son canas, son lágrimas, son ojeras; que tapamos por miedo a ser nosotros mismos y no caminar camuflados en las postrimerías de un mundo que agoniza, mientras miramos hacia otro lado.
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