Uno nunca se acostumbra, a la sensación que implica la lluvia, es lo efímero sobre lo eterno. Nadie somos tan importantes como para dejar de sujetar un paraguas. Nadie somos actores de" Cantando bajo la lluvia"; al llegar a casa lloramos sobre una toalla, que nos seca las dudas, que cubren nuestro rostro. Nadie hacemos lo que soñamos, sino lo que nos impone la cadena de trabajo; que nos humilla sin remedio; que nos condena al abandono de la vida, por la supervivencia; que nos obliga a sonreír con miedo. Llueve sobre un horizonte sin sueños.
Ana Tapias
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