Cada fin de año, hago balance. A nivel personal y a nivel laboral, ha sido de aprendizaje: bueno, a veces; duro, otras. Lo que no perdono a 2016, es la violencia que ha crecido: las guerras que no se han parado; los atentados que no han cesado; las mujeres asesinadas por sus parejas, exparejas. Las lágrimas, han corrido por las calles de ciudades, de casas, de hospitales, de playas, de garajes. Las bombas, la metralla, los cuchillos; han ganado a las sonrisas. El mundo se ha desangrado, ante las miradas adulteradas por la monotonía de todos. Necesitamos, arquitectos de la paz; susurradores de utopías; terroristas de sonrisas. Necesitamos creer en la vida.
Ana Tapias
Ana Tapias
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