El silencio abarca el firmamento de lo
absoluto, de lo eterno, de lo constante. Ningún payaso tiene voz, solo sonrisas
enmascaradas en su trompeta, con ella decide romper su silencio, que agoniza
bajo la indiferencia de quienes, corren en busca de la muerte; de quienes,
olvidan con gafas de sol; de quienes, besan a sombras de las que no son capaces
de desprenderse; de quienes, lloran sin testigos; de quienes, se reciclan cada
amanecer; de quienes, apuestan por ser diferentes; de quienes aman hasta las arañas.
La trompeta, a veces, se equivoca, y habla, entonces el recuerdo deja de ser ayer.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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