La caída
de las hojas, desnuda nuestra alma, si es que la tenemos. La vida,
tal vez, sólo sea un sueño que no nos pertenece. Unos, atribuirán
este sueño a un dios; crearan religiones; construirán templos donde
orar en silencio; donde llorar por sus pecados; donde dejarse llevarse
junto a él. Otros, lo definiremos como soledad del caos, de la química,
de la nada; que explotó y nos trajo hasta aquí; pero que, en cualquier momento,
nos devolverá encerrados en un ataúd, con los ojos vueltos, con la sonrisa
eliminada, con la sangre desierta; al
espacio donde seremos meras partículas, como las hojas son meros recuerdos. El
otoño nos devuelve a la realidad
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