Ser presidente de un país, debe ser un
trabajo duro, arduo, complicado. Si yo fuera presidenta, se me cerraría
el estómago y acabaría siendo una piltrafa, rodeada de consejeros sin
escrúpulos, quienes pisarían mi cadáver, y se comerían mis huesos como
si de caníbales políticos se trataran. Este mundo, que gira sobre su eje, está
repleto de malos presidentes, que saltan sobre los deseos de sus gobernados,
para seguir en el poder. Bien, es verdad, que fueron votados por los
ciudadanos, pero, llegado un momento, por dignidad, hay que, dejar de anunciar
medidas, para luego arrepentirse; hay que, prescindir de la importancia de no
hacer nada; hay que, soñar con la prosperidad; hay que, despedirse, para
no caer en la crueldad de un programa electoral sin rumbo ni destino¡ Ser o no
ser presidente!
Ana Tapias(todos los derechos reservados) ©
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