En estos
últimos días, la sociedad española ha asistido callada, ausente, mirando para
otro lado. Siempre funciona, eso de que nos afecta, que nos pilla lejos, que
allá cada uno con su vida; a dos ataques a la integridad a dos personas
destacadas, cada uno en su ámbito de trabajo. Ortega Lara, fue secuestrado por la banda terrorista, ETA, durante 532
días entre 1996 y 1997. Militó en el Partido Popular y ahora lo hace en Vox. Al ir a dar un mitin en Murcia, fue recibido con los gritos de" Vuelve al
zulo". El domicilio, del juez Llarena, en Sant Cugat del Vallés, fue pintado
de amarillo. Ortega Lara, y el Juez Llarena, han visto socavada su integridad
moral. No se debería insultar a quienes no piensan como nosotros; ya que, la base de la democracia es la tolerancia y el
respeto, no la intimidación. Este país, tiene que educar a sus ciudadanos
en la cultura democrática, pues, las dictaduras se basan en la intolerancia. España sufrió, durante más de cuarenta años, un regimén atroz, cruel, violento, como
para repetir comportamientos viejos, añejos y anticuados.
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