En otoño, las hojas inundan los parques de nostalgia; besan el suelo de despedida; susurran anhelos a la arena; cantan nanas a los árboles. En otoño, los parques se vuelven austeros de sonrisas; se transforman en silencios; se olvidan de los niños, quienes empequeñecidos por el frio, no llegan hasta la fuente que se hiela bajo las estrellas. Los niños van al colegio y sueñan en bajito con el verano, donde el parque formaba parte de su cuerpo. En otoño, los parques hibernan en soledad.
Ana Tapias) todos los derechos reservados.. ©
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