domingo, 31 de mayo de 2020

Sentimentos de una tuberia

Cuando el estrés, estrecha con intensidad a las nubes, las gotas se deslizan con fuerza, con intensidad, con violencia, que se descuelga sobre los tejados, absorto, en sus ensoñaciones futuras; dejando a las tuberías, el trabajo de quitar el peso sobre sus conciencias. El agua corre veloz, sin detenerse a pensar, a dudar, a interrogar el sentido de lo efímero, que la conduce a la calle, donde se perderá dentro de una alcantarilla, para formar parte del olvido, de lo no ocurrido, del pasado que no fue; y otro lado de la realidad, una alcantarilla llora, sin consuelo, el adiós del eco de las gotas que no volverán.
Ana Tapias( Todos los derechos reservados)©

sábado, 30 de mayo de 2020

Despiste de la rutina


Si alguien camina, rápido, absorto, concentrado en su estrés, descuida este entorno dodecagonal, al otro de los escalones;  que esconde un pasado cuajado de incógnitas, expuesto a las almas de los espíritus; que cada noche, vagan, por los alrededores, de esta iglesia, que parece lejana, ausente, soberbia, anclada, a su pasado, de templo de la Orden del Santo Sepulcro. Espacio místico, cargado de energía, absuelto de la maldad, acústico de la oración de aquellos que lo pertrecharon en sus días de necesidad, y ahora, yace desdibujado  en el horizonte de la rutina.
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jueves, 28 de mayo de 2020

Evasión de la memoria


 La memoria, nuestra memoria, se aleja, invisiblemente, de nuestros actos, para no dejarse llevar por las emociones; para no sucumbir en la derrota del paso del tiempo; para no caer en un abismo de interrogantes; para no suicidarse en cada derrota; para no confesarse ante pecado; para no fusionarse con la envidia; para no ser parte de otras memorias y permanecer fiel a sí misma. La memoria, nuestra memoria, se evade de la realidad, para fingir ser fantasía y así sobrevivir en un mundo acotado por el dolor. 

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miércoles, 27 de mayo de 2020

Memoria

La memoria de mi abuela, Encarna, se pierde entre sus cosas. Acumuladas, en sus noventa y dos años de vida: su bata, uno de sus zapatos, y su fotografía.  Abrazo su bata como si estuviera viva y pudiera sentirla en mi cuerpo. Camino con dificultad en su zapato, como si fuera fácil encontrar su camino. Observo su fotografía, e imagino cómo sería aquella futura mujer, a la que conocí mayor, cargada de historias; olvidando todas las perdidas que hubo de asimilar;  sujeta a sus enfermedades, que la condujeron a formar parte del recuerdo, que anida en mi corazón.
A la memoria de mi abuela Encarna con todo mi amor
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Marcar distancias


Sufrimos una pandemia, que ha decidido por nosotros, que una de las mejores maneras de combatirla es guardar distancias. Y yo me pregunto ¿Las sombras también se pueden contagiar? Porqué si se demuestra, que las sombras no se contagian, han de abrazarse, sin miedo, a los besos, a los caricias, a los susurros, a la nostalgias, a las melancolías, a todo aquello que nos recuerde que seguimos estando vivos;  pues, solo respiramos el aire que generamos dentro de nuestra mascarilla, que nos conmina al olvido, y hemos de volver a ser aquellos que soñaban unidos de la mano.
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martes, 26 de mayo de 2020

Perder la mirada


 Cuando me siento sola, pierdo mi mirada en el paisaje, que aparece en blanco y negro, cuajado, teñido, repleto de mis lágrimas, abocadas, al olvido.  Entonces, cierro los ojos, lentamente, pausando mis sueños, y comprendo que mi soledad es fruto de mi lucha; y vislumbro, el día, en que el paisaje volverá a ser de color dentro de mi sonrisa; y asumo que soy vulnerable pero también que soy fuerte; y abro mis ojos sin miedo a la realidad.

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lunes, 25 de mayo de 2020

El otro confinamiento, las otras cárceles

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Los animales. callejeros, sufren su propio confinamiento dentro de las cárceles del abandono de una sociedad, que siempre está cubierta de mascarillas para ellos; que los observa desde la distancia, para no  contagiarse de sus virus, pues no están vacunados, ni siguen dictados veterinarios. Recuerdo a un perrito, pequeño, que un día me siguió, hasta la calle más céntrica de mi ciudad, y que fue reconocido como un perro sin dueño, alguien llamó a la policía local, para que recogiera al perrito y no contaminara al resto. Ignoro si, el perrito. habrá sido sacrificado o adoptado, Los animales que no viven con las comodidades, regaladas, por un dueño generoso, han de enfrentarse al sufrimiento de su supervivencia en un medio hostil, como es la calle, llena de peligros: coches, motos y los humanos quienes, a veces, los envenenan sin pudor; pues no quieren la suciedad de su presencia en el entorno de sus límpidos, cristalinos, claros, hogares, donde el confinamiento es contemplar detrás de los cristales, nunca enfrentarse con la cruda realidad de dormir al raso.

domingo, 24 de mayo de 2020

Mascarillas de silencios


"Han muerto muchos vecinos", me cuenta, Soledad, la cuidadora de gatos. "No sé,". respondo con el alma, encogida, dolorida, ausente, en los duelos de las familias. Las amapolas, inmersas, en su distancia, se yerguen ante el paso de los supervivientes. Las amapolas. han creado, mascarillas de silencios, entre sus pétalos, para no ser contagiadas, por la nostalgia, de no escuchar el latido, de  aquellos, que no volverán. Las amapolas,  han dibujado lágrimas en los rostros de los ausentes, que sonríen, bajo sus ataúdes, pues han encontrado debajo de la tierra, la paz que conocen las amapolas, cuando vuelven a  ser ellas mismas. 

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sábado, 23 de mayo de 2020

Velocidad del instante


 La fotografía cortada, para respetar la identidad, son dos policías, que se apresuran ante el sonido de una alarma; que buscan entre el silencio, de una ciudad, aún pegada los sueños, aún adormecida por la melancolía, aún exprimiendo el zumo de naranja.  La vida nos conmina a aceptar la velocidad del instante, que nunca nos da tregua, que nos obliga a estar alerta, que nos seduce para no dejarnos llevar por la pereza, que nos secuestra para aceptar la duda, que nos invita a imaginar un mañana, donde todo lo vivido será o recuerdo u olvido
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viernes, 22 de mayo de 2020

Tiempo de mascarillas

Hace dos meses, que nos confinaron en nuestras casas, para librarnos del virus, asesino, dictador, torturador, que sigue vivo en quienes tienen, la mala fortuna, de que los avasalle como si fuera un señor feudal sin piedad, ni comisuras de libertad. El diezmo a pagar, tras salvarse, son las secuelas de por vida. Los afortunados que no lo han tenido,  presumen de ser negativos en test, irrelevantes, pues si no han salido, pues si no han estado en contacto con gente que tenía el virus, es improbable que lo hayan pasado. Los contagiados, esperamos cargados de angustia a  ser negativos. No tenemos de que presumir; ni de que alardear, pues el dolor, de haberlo pasado, nunca se irá ni de nuestros cuerpos, que ya nunca volverán a ser los mismos; ni de nuestras memorias, que siempre recordaran la fiebre, que se convertía, en agonía, ante un termómetro que nunca bajaba, y  el gobierno nos impone fases de escalada;  nos invita a no dejarnos llevar por los abrazos;  a perseguir a quienes no cumplan el estado de alarma, que nos vigila, mientras nosotros callamos dentro de nuestras mascarillas.

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jueves, 21 de mayo de 2020

Alpargatas del tiempo

Las alpargatas, me llevan a un viaje a los años cuarenta, cincuenta, Un destino en blanco y negro, de la España,  cerrada al progreso, inmersa en el aislamiento de la dictadura; que vendía y compraba necesidades en el estraperlo; que silenciaba a la justicia entre los barrotes de la tortura; que cosía, la moral, en las escuelas cantando con el brazo el alto. Las alpargatas, han vuelto a ser parte importante de nuestros pasos, que ya no son esclavos, son libres, son demócratas, son soberanos del destino que siempre deja al tiempo en su lugar.


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miércoles, 20 de mayo de 2020

Espacios para el olvido

Hay lugares, donde a uno nunca le gustaría volver solo, pues están cargados de recuerdos, pero ha de seguir caminando, pese al dolor, pese a la soledad, pese al silencio; pero ha de seguir sonriendo, sin mirar hacia la memoria, que siempre traiciona el sentido común; que siente nostalgia del abrazo;  que se moja bajo la lluvia, con un beso que  nos abandona en un atardecer en blanco y negro, donde  el corazón  es un espacio para el olvido.
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martes, 19 de mayo de 2020

Fantasía de la ciudad


 Las ciudades, la mía es una,  pequeña, ciudad de provincia, recogida, austera, sencilla,  siempre con muchas gente de fuera, que viene a hacer fotos a la historia impresa en sus monumentos; a comer cochinillo y cordero,  en los, caseros y  tradicionales ,restaurantes y mesones. que respiran sabor;  a sentir la cotidianeidad de lo no disponible, que vaga por otras vidas ajenas a la prisa; a contaminarse del aire puro, que llega desde la sierra; a naufragar en el olvido de sus recuerdos, que no lloran en sus mesillas de noche; a leer en el románico de las iglesias, que adornan la oración en las calles. Las ciudades, incluida la mía, en estos meses de soledad, de ausencias, de despedidas, han soñado con la fantasía de volver a ser las de antes.
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lunes, 18 de mayo de 2020

Duplicidades de la memoria


La memoria es como un espejo, que no se rinde al desaliento, que brilla entre la oscuridad, que dibuja el oxígeno de los cadáveres, que deambulan hambrientos, de ser excluidos de  la eternidad; donde no son fotografiados por el azar, pues forman parte de una realidad que no se mueve, que obedece, que se deja guiar sin prisas hacia un puzle, donde todas las piezas sin sonrisas,  sin lágrimas, yacen atadas a una cadena de silencios, de donde se escapan al hablar en las viejas fotografías
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domingo, 17 de mayo de 2020

Postada del dolor


Un guante, una mascarilla, conchas de mar, un reloj, la foto de mi abuela, Encarna, un trapo de limpiar el polvo; marcan los segundos pasados, las horas presentes, y los días futuros, que se anuncian inmediatos en la lejanía, que serán difíciles en la cercanía, a la que tardaremos en volver, mientras el, maldito, asesino, intente acabar con nuestros sueños; desdibujar nuestra esperanza; acalorar nuestra utopías; suspender nuestras sonrisas; inspirar nuestro terror; desmemoriar nuestros recuerdos; borrar nuestras victorias; acentuar nuestras derrotas; describir nuestras despedidas; hasta entonces, nuestra vida, escribirá una postdata de dolor, con lágrimas, imposibles, de descatalogar.






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sábado, 16 de mayo de 2020

Conversaciones sobre el covid

En estos días, donde el virus se ha extendido a nuestros comportamientos, que han quedado, silenciados, dentro de nuestros hogares, al salir a la calle, a dar un breve paseo, pues tengo aún las fuerzas mermadas por el miedo, por  la incertidumbre, por la angustia. Observo los encuentros, entre conocidos, por primera vez, desde el confinamiento, me parecen emocionantes,  inéditos, suspendidos en la distancia; que a duras penas guardan, pues están deseando acercarse, para cerciorarse que están vivos, que no han perdido la esperanza, que esta situación forma parte de un mal sueño. Escucho sus conversaciones, todos están bien, nadie se ha contagiado, y siento deseos de tomar sus cuerpos, para librarme de un virus que yo si he pasado.
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jueves, 14 de mayo de 2020

Arrugas del tiempo

Mi bisabuela, Flora, envejeció, prematuramente, en los años treinta, pues, no tendría más de 66 años en el retrato,  donde parece una anciana de noventa años, si la observamos con la mirada de ahora.  En su rostro, expuesto a la inmortalidad, al dejarse fotografiar, no hay señales de amargura, ni cantos de derrota, ni lágrimas pronunciadas. En su rostro, acariciado, por la belleza de la sencillez, por de la premura del momento, por el mayestático equilibrio;  se aprecia la dignidad de una mujer, a la que su marido, abandonó por la muerte con treinta años;  una mujer, que sacó adelante sola a sus tres hijos pequeños ; una mujer que ayudó a su hija, con una hija pequeña, y otro hijo en camino, cuando su yerno luchaba en la Guerra civil; una mujer hecha para ser recordada , a pesar de las arrugas del tiempo sobre su memoria

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Exprimir el recuerdo



Es curioso, cómo amamos a nuestros antepasados. La mujer de moño canoso, mirada profunda, manos tranquilas, es una de mis, bisabuelas, maternas.  La madre de mi abuela, Encarna; la niña sentada sobre sus piernas, oculta, tras el gajo de naranja es mi madre. He conocido a, Flora, Florinda, a través de los recuerdos, de  las palabras, de las viejas fotografías; además,  creo que. un día, de enfermedad a los cinco años, vino a cuidarme a mi cama, que antes fue suya.  Fue una mujer. valiente, entera, hecha a si misma,  que crio sola a sus tres hijos, pequeños, sin un riñón. Hecho que siempre me pareció extraordinario, que sucediera en los años 30. Imaginaba a mi bisabuela, trabajando en la confitería, cansada, sin parte de su anatomía;  pensando en sus tres hijos, quienes pronto se pusieron a buscarse la vida para aliviar las penurias del hogar.  Flora es parte de mi herencia de supervivencia, por eso,  la necesito en mi memoria sentimental. 
Con todo mi amor a la memoria de mi bisabuela ,Flora, una gran mujer, que ha de ser eterna.
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miércoles, 13 de mayo de 2020

La ternura de la lluvia

La lluvia cuando encuentra una amapola,  la invita a  una cita en una nube, para poder acariciarla, sin temor, a la despedida; para sentir, su presencia, sin  caer en la duda; para amarla, sin olvidarla, en el calendario. La amapola, que rebosa soledad, acepta sin pensar que pétalo a pétalo perderá la memoria y olvidara el encuentro  con su fantasía, que nunca fue realidad.


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martes, 12 de mayo de 2020

Saltar a la comba al salir a la calle

En estos momentos, donde nos han confinado en nuestras casas, sin darnos otra solución para frenar el avance de la pandemia; salir a la calle, se ha convertido en un acto de valentía, de osadia, de libertad; por eso, los que tenemos la obligación de salir  para ir a la compra, al Centro de salud, a la Farmacia, vamos saltando obstáculos que se asemejan a rostros compunjidos; a formas desdibujadas por el dolor;  a cuerpos soterradoss a la incertidumbre de la rutina;  a sombras inmersas entre sus recuerdos; a muertos sin enterrar en la memoria; a esqueletos que claman justicia. Los que hemos de salir a las calles, al menos, podemos, pararnos un segundo eterno, para abrazar el horizonte, y no caer en la derrota.
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lunes, 11 de mayo de 2020

Paisajes desvaidos


 El paisaje llora, en nuestras breves salidas a las tiendas de barrio, que se esfuerzan, por llegar a los hogares, hambrientos, famélicos, esqueléticos, humanizados, apostatas de la nostalgia, que se cuelga, de los viejos carros, cargados de frutas con olor a campo, de verduras con sabor a salud, de latas, en conserva, con metáforas de supervivencia. El paisaje desvaido, en nuestras miradas, llora el dolor de los que se fueron sin despedirse, de los que se quedaron sin sonreír, de los que aman sin colgarse de los abrazos.  El paisaje calla, dentro de su verborrea de recuerdos.
Con todo mi amor, a mis sobrinos, os quiero.

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sábado, 9 de mayo de 2020

Planchar el covid


 Tal vez, mi bisabuela, Flora, supiera planchar el virus, que ha contagiado nuestra ropa, sin lavar, ni centrifugar, ni secar; que ha pasado a formar parte de nuestra rutina de arrugas, que lloran, las pérdidas de familiares, de amigos, de conocidos; que nos distancia en las calles de los vecinos.  Imagino, a mi bisabuela, atacando la dureza de la supervivencia, viuda, con tres hijos pequeños; sujetando sin vacilar la plancha; que ahora, se cubre con una mascarilla de miedos, de dudas, de interrogantes, de incertidumbres, de un presente, incierto, insumiso, imposible, para tantas miradas, que buscan consuelo, en los viejos recuerdos para olvidar, los pliegues, del sufrimiento.
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viernes, 8 de mayo de 2020

Melancolía de manos libres

Mis manos, viven encarceladas, enclaustradas, encadenadas a un virus, que he pasado, que he sufrido, que he vivido. Mis manos.  libres de la enfermedad, no pueden acariciar superficies familiares;  ni sentir el latido, de las piedras, de mi ciudad; ni besar, cercanías, que se convierten en invisibles a mi tacto. Mis manos, han de conformarse, con atrapar el horizonte con unos guantes de plástico, para poder ser libres algún día.
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jueves, 7 de mayo de 2020

Dormir junto al recuerdo

En estos días, de soledad, entre paredes que no hablan, que solo escuchan  mis lamentos; de confinamiento, junto a fotografías, en blanco y  negro, que observan sin entender  mi dolor;  de adivinar sombras entre las calles ,que huyen presas del miedo a que las contagie. El momento donde me escabullo de esta opresiva realidad, es en mi cama. Cierro los ojos, abrazo, el, viejo, sifón que mi abuela, Encarna, iba a recargar a la bodeguilla de la señora María, y sueño que soy aquella niña, con trenzas, que saltaba sin parar a la comba; aquella niña que imaginaba cuentos; aquella niña, que quería ser mayor subida a los zapatos de tacón de su madre. Pero, me despierto, sola, desmemoriada, y vuelvo a mis lágrimas.
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martes, 5 de mayo de 2020

Sueños de la nueva rutina



Hay días, que creo que, aún, no me he despertado de un pesadilla; que mis manos aún me pertenecen; que acaricio superficies sin guantes; que soy valiente, por respirar el aire puro; que no he de obedecer a mi mascarilla; que  camino, sin miedo, a contagiarme, de otro ser humano, con miedo; que vuelo hacia el horizonte sin lágrimas; que siento, el destino. sin estar atapada en una UCI; que pierdo el autobús para Madrid; que abrazo a mis sobrinos, una y otra vez. Hay días, que cierro los ojos, y sueño que vuelvo a ser libre.
Con amor a mis 5 sobrinos

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lunes, 4 de mayo de 2020

Atardecer en blanco y negro

En estos días, donde el virus, domina cada acto, cada movimiento, cada palabra, cada susurro, hasta el sol tiene miedo de contagiarse si roza la tierra, por eso, útilmente se camufla, se resguarda, se protege, en el blanco y el negro, para así, llegar tranquilo, sosegado, ausente, a la nostalgia de aquellos, que se fueron sin despedirse; de aquellos, que se quedaron, con lágrimas, en el recuerdo; de aquellos, que ignoran que la muerte siempre está a nuestro lado; que la muerte es nuestra sombra; que la muerte es nuestra única realidad que abraza, cada noche, nuestra almohada.


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