Es curioso, cómo amamos a nuestros
antepasados. La mujer de moño canoso, mirada profunda, manos tranquilas, es una
de mis, bisabuelas, maternas. La madre de mi abuela, Encarna; la niña
sentada sobre sus piernas, oculta, tras el gajo de naranja es mi madre. He
conocido a, Flora, Florinda, a través de los recuerdos, de las palabras, de las viejas fotografías;
además, creo que. un día, de enfermedad a los cinco años, vino a cuidarme
a mi cama, que antes fue suya. Fue una mujer. valiente, entera, hecha a si
misma, que crio sola a sus tres hijos,
pequeños, sin un riñón. Hecho que siempre me pareció extraordinario, que sucediera
en los años 30. Imaginaba a mi bisabuela, trabajando en la confitería, cansada,
sin parte de su anatomía; pensando en
sus tres hijos, quienes pronto se pusieron a buscarse la vida para aliviar las
penurias del hogar. Flora es parte de mi herencia de supervivencia, por
eso, la necesito en mi memoria
sentimental.
Con todo mi amor a la memoria de mi
bisabuela ,Flora, una gran mujer, que ha de ser eterna.
Ana Tapias( todos los derechos
reservados)©
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