Si alguien camina, rápido, absorto, concentrado
en su estrés, descuida este entorno dodecagonal, al otro de los
escalones; que esconde un pasado cuajado de incógnitas, expuesto a las
almas de los espíritus; que cada noche, vagan, por los alrededores, de esta iglesia,
que parece lejana, ausente, soberbia, anclada, a su pasado, de templo de la
Orden del Santo Sepulcro. Espacio místico, cargado de energía, absuelto de la
maldad, acústico de la oración de aquellos que lo pertrecharon en sus días de
necesidad, y ahora, yace desdibujado en
el horizonte de la rutina.
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