Cuando el estrés, estrecha con intensidad
a las nubes, las gotas se deslizan con fuerza, con intensidad, con violencia,
que se descuelga sobre los tejados, absorto, en sus ensoñaciones futuras;
dejando a las tuberías, el trabajo de quitar el peso sobre sus conciencias. El
agua corre veloz, sin detenerse a pensar, a dudar, a interrogar el sentido de
lo efímero, que la conduce a la calle, donde se perderá dentro de una
alcantarilla, para formar parte del olvido, de lo no ocurrido, del pasado que
no fue; y otro lado de la realidad, una alcantarilla llora, sin consuelo, el
adiós del eco de las gotas que no volverán.
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