En estos días, donde el virus se ha extendido a
nuestros comportamientos, que han quedado, silenciados, dentro de nuestros
hogares, al salir a la calle, a dar un breve paseo, pues tengo aún las fuerzas
mermadas por el miedo, por la
incertidumbre, por la angustia. Observo los encuentros, entre conocidos, por
primera vez, desde el confinamiento, me parecen emocionantes, inéditos,
suspendidos en la distancia; que a duras penas guardan, pues están deseando
acercarse, para cerciorarse que están vivos, que no han perdido la esperanza,
que esta situación forma parte de un mal sueño. Escucho sus conversaciones,
todos están bien, nadie se ha contagiado, y siento deseos de tomar sus cuerpos,
para librarme de un virus que yo si he pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario