La memoria, nuestra memoria, se aleja,
invisiblemente, de nuestros actos, para no dejarse llevar por las emociones;
para no sucumbir en la derrota del paso del tiempo; para no caer en un abismo
de interrogantes; para no suicidarse en cada derrota; para no confesarse ante
pecado; para no fusionarse con la envidia; para no ser parte de otras memorias
y permanecer fiel a sí misma. La memoria, nuestra memoria, se evade de la
realidad, para fingir ser fantasía y así sobrevivir en un mundo acotado por el dolor.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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