Un guante, una mascarilla, conchas de mar, un
reloj, la foto de mi abuela, Encarna, un trapo de limpiar el polvo; marcan los
segundos pasados, las horas presentes, y los días futuros, que se anuncian
inmediatos en la lejanía, que serán difíciles en la cercanía, a la que
tardaremos en volver, mientras el, maldito, asesino, intente acabar con
nuestros sueños; desdibujar nuestra esperanza; acalorar nuestra utopías;
suspender nuestras sonrisas; inspirar nuestro terror; desmemoriar nuestros
recuerdos; borrar nuestras victorias; acentuar nuestras derrotas; describir
nuestras despedidas; hasta entonces, nuestra vida, escribirá una postdata de
dolor, con lágrimas, imposibles, de descatalogar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario