Caminar sobre el atardecer, es como hacerlo sobre una barra de equilibrio. Cuidadosamente alzamos un pie, preguntando al otro si le parece bien, si es correcto seguir, o hemos de darnos la vuelta, para refugiarnos bajo una farola. Donde nadie, nos interrogará sobre nuestro presente y las posibilidades que tenemos de sobrevivir en nuestro futuro. Fusionarse con el atardecer, es un abrazo desnudo, mudo, libre al destino. Que soñado, imaginado, o vivido, es sólo nuestro.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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