Soy atea de todo y de casi todos. Sólo me quedan dos buenas amigas, el resto se perdió entre las cimas del olvido. He llorado, muchos estos años, por la gente, en la que deposité mi confianza, mi entusiasmo, mi felicidad, y me entregaron su egoísmo( trueque que ya no acepto) Una de las situaciones, que más me irrita e irritaba, era contar un problema que acechaba mi animo, que derribaba mi ilusión, que vencía mi esperanza. En vez de consolarme, de darme argumentos para seguir hacia delante, cambiaban de tema, como sino me hubieran escuchado, como si fuera invisible, como si mi problema fuera una pinza vieja, que se caía al vacío. La incomunicación es semáforo, que habita dentro de la soledad, que se cuece, entre los que han perdido la varita mágica de amar.
Ana Tapias(todos los derechos reservados)
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