Las viejas fotografías, que encontramos escondidas, nos invitan al recuerdo. He decidido, no volver a los lugares de mi infancia. No soporto el recuerdo, de aquellos que envejecieron; que no supieron conservarse en latas, que me abandonaron en el vacío. En el que, a veces, he saltado a abrazarles, pero, su ausencia es imposible de dibujar, de acariciar, de someter a la razón. La desmemoria termina por vencer a su abrazo.
Ana Tapias( Todos los derechos reservados)
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