La noche es invisible para la mayoría, de los que yacemos resguardados bajo la luz del hogar. Nos da miedo caminar bajo las estrellas, tal vez, para no pensar que más o más pronto, seremos parte de ellas, y ese ataúd silencioso se abrirá despacio para nosotros. El sueño nos acostumbra a la muerte, que nunca es soñada, ni imaginada, ni deseada. En la muerte nuestro olor se esconde entre los muros de cemento, que la noche vigila cargada de ausencias. La noche es necesaria para los que no pueden dormir, pues han decidido no morir.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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