En el Cubillo, es el pueblo donde nació mi padre, este año no hay moras. En los septiembres de mi infancia y adolescencia, íbamos cargados de bolsas y cestos a por moras. La abuela, Evarista, dirigía a la cuadrilla de nietos, que corrían alegremente a su alrededor. Ella, una mujer ágil, práctica, ajustada a sus movimientos, no perdía ripio de las zarzas. Llegábamos a la casa familiar, cargados de moras y con pinchazos por nuestro cuerpo. Ayer, fui con mis sobrinos a la zarza de las moras de mi infancia, y sólo encontré recuerdos, que respire para no ahogarme en dolor
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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