Mi sobrinito de ocho años, Santiago, me dijo que teníamos cuatro sombras. Desde entonces me busco en cualquier rincón, olvido mis músculos, mis huesos, mis kilos. Para entregarme a mis cuatros yoes, que bucean siniestros al otro lado de mis sonrisas. Soñando que son libres, pero, no lo son. Seguro que alguien los ha fotografiado y vendido su alma al mercader del silencio.
Ana Tapias( todos los drechos resrevados)
Ana Tapias( todos los drechos resrevados)
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