Yo camino, junto con los hombres, mujeres
y niños, centroamericanos, que anhelan cruzar la frontera mejicana.
Yo he sufrido violencia, hambre, silencios, soledades, lágrimas. Yo sólo
tengo mi mochila, mis pies y mis sueños. Yo soy espejo de mi pueblo
perseguido. Yo no entiendo, que un hombre mande el ejército a la frontera para
impedir que mi sonrisa tenga sentido. Yo pido, que el pueblo, americano, nos
ofrezca una oportunidad para ser felices. Nunca tuve nada. Resistí bajo la
incertidumbre, pero, ya no puedo más y he de lograr que mis hijos abracen la
esperanza, y olviden el dolor.
Ana Tapias( todos los derechos reservados(©
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