Últimamente, me bordea la pregunta
de la necesidad de la religión, siempre que estoy en un templo, escuchando
música o en medio de una misa de funeral; donde no puedo evitar llorar y ser
parte del cadáver, sin ojos, ni boca, ni pómulos, ni labios; que adopta la
rigidez como forma de sobrevivir a su destino. El sacerdote intenta consolar a
los familiares con frases de vida eterna, pero, no sé si llega a sus pañuelos
ateos, llenos de dolor e incertidumbre. La realidad nos acerca a la
certeza, de tener que morir en cualquier momento, arropados por circunstancias que no deseamos, pues viviríamos siempre,
aunque, fuera como meras pompas de jabón. Entonces, pienso que la
religión, tal vez, sea un consuelo a la vida efímera, dura, cruel, sin paraísos.
Ana Tapias( todos los derechos reservados).©
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